miércoles, 19 de octubre de 2016

[ 1' 50'' ] Bajo la tormenta





Su necesidad de sangre se había incrementado vorazmente en las últimas semanas. Dejó más de una docena de cuerpos desollados a lo largo de toda la ciudad y, por primera vez, sintió lo que era el miedo. En su interior, sabía que pronto sería descubierta y decidió, precisamente por amor, abandonar a la única persona que amaba. No fue una elección sencilla.

Permanecer en la ciudad no era una opción a tener en cuenta. Su sangre, su alma y su corazón sufrirían, nuevamente, por la pérdida de otro ser querido; ese es el precio de la eterna juventud, una inmortalidad no deseada, una maldición impuesta por su propia estirpe, en definitiva, un regalo envenenado.

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La locomotora quedó inmovilizada por la primera gran nevada del invierno. Valeria miró a través de la ventanilla del vagón de cola y comprobó cómo la tormenta había extendido un manto impenetrable sobre el frondoso bosque.

Entonces, comprendió que esa mañana, al subir al tren, no contaba con quedarse atrapada en medio de la nada y, mucho menos, pasar la noche en compañía. No sospechó que la decisión de escapar apresuradamente tendría consecuencias.

La imperiosa necesidad de sangre fue en aumento al recibir los primeros rayos de luna. Decidió afrontar la evolución de su cuerpo del mismo modo que cuando descubrió, en plena adolescencia, el significado de su legado.

Una ligera somnolencia la envolvió mientras sentía las primeras manifestaciones de su cambio. De repente, un escalofrío recorrió su cuerpo y un fuerte dolor se apoderó de ella. Se había iniciado, así, la inevitable transformación.

Notó que sus senos se volvían más turgentes, sus labios se perfilaban y sus ojos adquirían un aspecto más felino. Se tornó más sensual, más femenina, más encantadora, en fin, se convirtió en el ser más mortífero sobre la faz de la tierra.

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Su enloquecedora fragancia extendió un deseo de atracción que ningún ser vivo dentro de ese vagón podía ignorar. Era una fascinación irrefrenable, impetuosa, irresistible. La cacería había comenzado.

Acurrucada en la parte trasera, notó cómo la intranquilidad se apoderaba de sus próximas víctimas. Se sentían acorralados aunque no eran capaces de identificar el origen de tanto desasosiego.

El primero en caer en la trampa fue un joven que, atraído por el cautivador aroma de Valeria, decidió acercarse para entablar conversación. Aquella fue su nefasta y última decisión.

Tras él, se desencadenó una furia incontrolada, una orgía de muerte que no cesó hasta acabar con todos los viajeros. Las paredes se tiñeron de sangre y el suelo del vagón pronto se cubrió de cuerpos desmembrados.

Cuando Valeria abandonó el tren, veintiséis personas yacían muertas en su interior. Durante días vagó intentando llegar a la civilización, devorando alimañas a las que dio caza con sus propias manos.

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Una semana después, por fin, vislumbró las luces de la ciudad y, a pesar de estar bajo la tormenta, le embargó una sensación de bienestar. En ese momento supo que el ser que llevaba en su vientre tendría una oportunidad... una excelente razón para comenzar una nueva historia.

Esteban Rebollos (Octubre, 2016)

Continúa la historia en...  "La estirpe"


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